Los indios shuar, los llamados jíbaros, cortan la cabeza del
vencido. La cortan y la reducen, hasta que cabe en un puńo,
para que el vencido no resucite. Pero el vencido no está del
todo vencido hasta que le cierran la boca. Por eso le cosen los labios
con una fibra que jamás se pudre.
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