Saturday, July 12, 2008

juan marichar


















11 jul 08

de nuestro puño y letra
«EL DANDY
DOMINICANO»
por Carlos
Rey

En su debut en las Grandes Ligas en 1960, ganó 2‑0 concediendo un solo
hit o imparable al equipo contrario. En 1963 lanzó un juego sin hits ni carreras
(la primera vez que un beisbolista hispano lograra esa hazaña en las Ligas
Mayores), y dos semanas después lanzó dieciséis entradas en un juego para dar la
victoria a su equipo 1‑0.
A lo largo de dieciséis temporadas como lanzador en
las Grandes Ligas, ganó 243 partidos y perdió sólo 142, ponchando a 2.303
bateadores y permitiendo un promedio de sólo 2.89 carreras ganadas por partido.
En las trece temporadas en que intervino en más de once partidos, ganó al menos
dieciocho juegos en ocho de ellas, ganó más de veinte juegos en seis de ellas, y
ganó al menos veinticinco juegos en tres de ellas. Terminó su carrera con 244
juegos completos como abridor, uno más que el número de juegos que ganó.
De
ahí que el inmortal Roberto Clemente dijera de él: «No importa lo que él lanza;
cuando lo tiene, te derrota»; y que, refiriéndose a su singular estilo y su
efectividad, el temible bateador Hank Aaron afirmara: «Jamás he visto a nadie
tan bueno como él.» No es de extrañarse, entonces, que Juan Antonio Marichal
Sánchez, «El Dandy Dominicano», figurara como lanzador en ocho ocasiones en el
Partido de las Estrellas, siendo elegido como el «Jugador más valioso» del
partido de 1965; ni que pasara a ocupar su merecido lugar en el Salón de la Fama
en 1983.
Los Gigantes de San Francisco, el equipo por el que jugó durante
catorce temporadas, celebraron en su estadio ese 10 de julio el Día del Salón de
la Fama de Juan Marichal. 1 A fin de perpetuar
su memoria, el 21 de mayo de 2005 volvieron a rendirle homenaje, esta vez fuera
del estadio, donde develaron una estatua de 2,74 metros de alto de bronce del
«Dandy Dominicano».
«Simplemente fue el mejor lanzador de la década de 1960»,
declaró Peter Magowan, el propietario del equipo. Esa tarde los Gigantes,
reconociendo su legado hispano, hicieron algo por primera vez en sus 123 años de
existencia: vistieron uniformes con el nombre «Gigantes» en español. Al homenaje
asistió, entre otros dignatarios, el presidente de la República Dominicana,
Leonel Fernández; así como asistieron, entre otros compañeros, Willie Mays,
Willie McCovey, Felipe Alou y Orlando Cepeda. Dirigiéndose al público, Juan
Marichal dijo emocionado: «Soy yo el que les agradezco por todos los recuerdos.
Dejé mi corazón en San Francisco», aludiendo así a la famosa canción en inglés
que popularizaron Tony Bennett y Frank Sinatra. 2
¡Qué bueno es que les rindamos tributo a las estrellas que
han alumbrado nuestra vida, y mejor aún si lo hacemos cuando pueden disfrutar
del momento con nosotros, en lugar de esperar hasta después de su muerte!
Reprimamos la tentación de criticar a los que invierten grandes sumas de dinero
en tales homenajes, y reconozcamos más bien la verdad de las palabras de
Jesucristo respecto a la objeción de Judas Iscariote de que el perfume que María
de Betania acababa de derramar sobre Él pudo haberse vendido por muchísimo
dinero para dárselo a los pobres. «Ella ha hecho una obra hermosa conmigo —dijo
Jesús—. A los pobres siempre los tendrán con ustedes, y podrán ayudarlos cuando
quieran; pero a mí no me van a tener siempre.» 3