Cantares 2:16 “Mi amado es mío, y yo suya; El apacienta entre lirios”. Este día meditaba en algo importante y es el hecho del noviazgo, me remonte a hace un par de años cuando aun era novio de la que ahora es mi amada esposa, recuerdo que los momentos en que nos veíamos eran pocos, pero que cada uno de esos momentos queríamos que fueran eternos.
Los que son novios no me dejaran negar que hay momentos en los que quisiéramos que el tiempo se detuviera, porque la estamos pasando tan bien con nuestra novia que no nos queremos ir de su lado.
Al meditar este día sobre eso, me hacia una pregunta a mi mismo y la quiero compartir contigo: ¿Qué pasara si vieras el noviazgo de Cristo con nosotros su Iglesia, como un noviazgo con la persona que amamos?
Sin duda estaríamos enamoradísimos de Cristo, no quisiéramos despegarnos de su presencia, anhelaríamos agradarle en todo y quedar bien con El, nos preocupáramos por llegar temprano a cada cita con el, nos arreglaríamos lo mejor para estar con El, le escribiríamos cartas de amor, estaríamos pendientes de El, pensaríamos a cada momento en El y nuestro ojos brillarían de amor cada vez que habláramos de El.
Amigo, ¿No te das cuenta que muchas veces nos olvidamos que somos la novia de Cristo?, ¿No crees que se merece el mismo o mejor dicho mayor amor y atención del que prestamos en un noviazgo mundano?, nuestro noviazgo con Cristo es espiritual, un día el vendrá a casarse con la novia, pero viene por una novia que este enamorado de El y que anhele vivir con El por toda una eternidad.
¿Tú te casarías con alguien que no te ama? ¿Qué no piensa en ti? ¿Qué no se preocupa por estar contigo o en agradarte?, sinceramente creo que NO. Entonces entra la pregunta mas importante de esta reflexión: ¿Crees que Cristo se casaría contigo si tu no lo amas, no piensas en el o no te preocupas por agradarlo?
Es momento de reflexionar sobre ¿Cómo esta mi noviazgo con el Señor?, aun es tiempo de renovar nuestro amor por El, aun es tiempo de enamorarnos nuevamente del novio para que esas bodas del Cordero sean la mejor fiesta de nuestra vida.
Es momento de dedicarle más tiempo al Señor, de preocuparnos por agradarlo, de conocerlo más y mejor, de pensar en El a cada momento, de querer estar a su lado y no alejarnos ni un segundo, es hora de que lo tratemos como se merece, como una novia trataría a su prometido.
¿Quieres gozar en las bodas del Cordero?, entonces renueva tu noviazgo espiritual con el Señor.
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