El 12 de septiembre de 1962, el Presidente John F. Kennedy dio un discurso en la Universidad Rice, en Houston, Texas, acerca de los difíciles desafíos que enfrentaba la nación. También compartió su deseo de que los Estados Unidos colocaran a un hombre en la luna.
Al equilibrar las necesidades de su pueblo con el deseo de conquistar el espacio, Kennedy dijo: «Elegimos ir a la luna esta década. Elegimos ir a la luna y hacer lo demás, no porque sean fáciles, sino porque son difíciles». La nación respondió. Siete años después, Neil Armstrong dio un «gran salto para la humanidad» en julio de 1969, al caminar sobre la luna.
El mundo de hoy está lleno de dispositivos ahorradores de energía que facilitan la vida, pero hay algo que decir en cuanto a aceptar los desafíos de la vida. El apóstol Pablo encontró difícil el servicio a Cristo, pero no lo vio como una causa para el desaliento. Continuó centrándose en Cristo y escribió: «Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados» (2 Corintios 4:8). Pablo sabía que «el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros» (v. 14). Valía la pena la meta.
Por la gracia de Dios, comprometámonos a servir a Jesús; no sólo cuando sea fácil hacerlo, sino cuando sea difícil. —WEC
Jesús dio todo de Sí para salvarnos; ¿Le estamos dando todo de nuestra parte para servirle?
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